A la salida del concierto de
Codplay en Madrid, en noviembre del año pasado, mucha gente se quejaba que el grupo había tocado durante una hora y media solamente. Yo no estaba muy de acuerdo con la queja, en el sentido que prefiero pagar 35 euros por noventa minutos de espectátulo garantizado , a rifarme la misma cantidad por un asiento en la última fila del Bernabeu para ver un Madrid-Barça que fue una total empanada.
Nadie reparaba, sin embargo, en el hecho de que la lista de canciones que había tocado Colplay era una calca de la que habían ofrecido la noche anterior en Barcelona. La única diferencia entre un concierto y otro es que en el Palau San Jordi, Chris Martin había celebrado el 0-3 del Barça sobre el Madrid, mientras que en Goya, mejor se calló la boca.
A diferencia de Coldplay,
Pearl Jam suele cambiar su lista de canciones cada noche. Como ejemplo, cabe mencionar que en 2003 ofrecieron tres conciertos en Boston, donde ofrecieron tres conciertos completamente diferentes, en los que tocaron un total de 105 canciones, y solamente repititieron una: Yellow Ledbetter, su cerradora por excelencia.
(Aquí pueden consultar el impresionante
Pearl Jam Setlist Archive, con más de 600 conciertos listados)
De ahí que un concierto Vedder y compañía no son solo dos horas de himnos rokeros y guitarras potentes, sino todo un happening, un evento en toda regla, irrepetible. Mientras tanto, Coldplay, seguirá los pasos de U2, y los Rolling Stones, y se putriforrarán con una receta que habrán de repetir –idéntica- cada noche a un estadio diferente, con las debidas incrustaciones del sencillo de turno. Si, la vida de un rockstar puede ser así de aburrida.
Betterman fue la prmier cancion del concierto del concierto del jueves en Madrid. Probablemente sea su tema más popular en España. Primer minuto, primer sorpresa. Al final de Daugther acostumbran homenajear algún clásico, desde Bob Marley hasta Led Zeppelin, y ayer Eddie Vedder eligió –porqué no- Another Brick in The Wall, a propósito de una de sus consignas anti-Bush que tanto encienden a la gente.
El concierto de ayer, al igual que todos los que ofrecen los de Seattle, fue literalmente irrepetible. Por eso el tipo que estaba delante de mi, y que los había visto hace una semana en
Azkena, estaba vuelto loco. Estaba viendo otro concierto. Y mejor aún, los tipos que estábamos viendo en el escenario estaban tocando un concierto diferente a todos los que han tocado durante 15 años. Y eso se nota.
Estos señores que llevan década y media en la carretera, se buscan unos a otros en el escenario y se arropan para tocar en dos metros cuadrados. No acaba de terminar una canción y ya están empezando la otra. Desde su nuevo Life Wasted hasta Evenflow. Como siempre hubo algunas que se dejaron en la recámara , Wishlist, Hunger Strike, Baba O’Riley, pero el regreso a aquellas tardes entre semana que con simplemente encerrarte en tu cuarto con un disco a todo volumen era la mejor manera de ser completamente libre, nadie me lo quita.
El regalo vino al final, cuando en los últimos acordes de Yellow Ledbetter, el Imparable
Mike McCready se arrancó con Little Wing de Hendrix, probablemente mi canción favorita de toda la historia. Como las buenas conversaciones, las buenas películas, los buenos libros… un concierto de Pearl Jam deja preguntas abiertas que las respuestas que da. En este caso, la pregunta era, sin duda, Why Go Home?
Foto:
LevNota al calce: El concierto de Pearl Jam pasara a la historia de mi vida como el prinec concierto de rock al que fui sin matas, sin el pelo suficiente para hacer un headbang decente. Creo que me veía igual de ridículo que Jason Newsted, cuando fue el primero de Metallica en cortarse las melenas.
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