¿Cuántos artistas pueden hoy en día atreverse a cantar sin micrófono en un teatro lleno a tope? Pocos, muy pocos. Ahora ¿Cuántos tienen los huevos para hacerlo vestido de tiroleses? Solo uno: Rufus Wainwright.
Por esta y muchas cosas más, no les extrañe ver al cantante en alguna película de Almodóvar, con quien tal vez comparta demasiados calificativos: activista gay al mismo tiempo de exaltador de lo tradicional, colorido amante del disfraz, hiperinfluenciado por su madre, y sobre todo, consciente de su propio personaje.
Por eso no extraña que "Pedro" haya llegado puntual ayer a su concierto en Madrid, y que le haya enviado rosas a su camerino. Tal vez una colaboración sería demasiado obvia.
Y es que lo de Rufus es la puesta en escena. Si bien sus temas pueden llegar a ser un tanto monocordes con el constante protagonismo de su voz y piano, y en momentos pide eso, ir quitando capas hasta quedarse con la voz y el piano, y luego solo con el piano. Todo para revestirse luego con los músicos, que hacen sentido, y volver por todo lo alto al espectáculo.
Todo un espectáculo que solo se vio ligeramente empañado por los molesos acomodadores que una vez iniciado el espectáculo se convirtieron en perros de presa en busca de cualquier cacharro digital que intentara grabar alguna imagen. Hasta que el propio Wainwright puso orden: en cada parada del tour sube un fan a recitar unas líneas. Dicho fan es seleccionado a través del tubo. Y todos contentos.
Foto: Lalitaporfavor
Por esta y muchas cosas más, no les extrañe ver al cantante en alguna película de Almodóvar, con quien tal vez comparta demasiados calificativos: activista gay al mismo tiempo de exaltador de lo tradicional, colorido amante del disfraz, hiperinfluenciado por su madre, y sobre todo, consciente de su propio personaje.
Por eso no extraña que "Pedro" haya llegado puntual ayer a su concierto en Madrid, y que le haya enviado rosas a su camerino. Tal vez una colaboración sería demasiado obvia.
Y es que lo de Rufus es la puesta en escena. Si bien sus temas pueden llegar a ser un tanto monocordes con el constante protagonismo de su voz y piano, y en momentos pide eso, ir quitando capas hasta quedarse con la voz y el piano, y luego solo con el piano. Todo para revestirse luego con los músicos, que hacen sentido, y volver por todo lo alto al espectáculo.
Todo un espectáculo que solo se vio ligeramente empañado por los molesos acomodadores que una vez iniciado el espectáculo se convirtieron en perros de presa en busca de cualquier cacharro digital que intentara grabar alguna imagen. Hasta que el propio Wainwright puso orden: en cada parada del tour sube un fan a recitar unas líneas. Dicho fan es seleccionado a través del tubo. Y todos contentos.
Foto: Lalitaporfavor
3 comments:
Ah... es tan divertido, apoco no hasta su nombre -Rufus- es divertido?
No sé por qué se me hace muy de los ochentas.
Me encantan los ochentas.
Y los noventas también.
Es todavía mejor cuando si mamá en pleno escenario lo fufusea: Entiendase que le dice Rufus que esto, Rufus que lo otro..
Rufus que pásame la cosa esta que está debajo del aquel.
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