Bastardo

El tercer Volumen de la Colección Nuevos Narradores está ya a la venta, en esta ocasión con el título Un Lugar Donde Vivir. La antología, por parte de Clara Obligado, reúne cuentos de excelsas plumas extraídas de su taller de escritura creativa, entre las que destacan Araceli Severino, Nacho Pozo, Santiago Tomás Gonzalez, Beatriz Nogareda, entre muchos otros.

A continuación pueden leer un extracto de Bastardo, cuento con el que el que escribe participa en este libro.

El respetable Samuel Stevenson, abogado de profesión, y vendedor de seguros por ocupación, llegó al Hospital de San Horatius al medio día. Puntual como siempre, no le sorprendió que el nacimiento de su hijo se hubiera adelantado un par de horas a lo previsto, sino la confirmación con sus propios ojos lo que rumoraban unas primas segundas en el pasillo. El niño había nacido sano, con tres kilos y cuatrocientos cincuenta gramos, e inconfundibles rasgos orientales.

Samuel Stevenson se negó a recibir tal agravio en brazos. Apenas la madre recuperó el conocimiento, su marido la noqueó de un fulminante jab aprendido en la escuela militar. La familia Stevenson se hinchaba en indignación. Samuel se agazapó en casa de su madre, quién sugirió donar al niño a la Madre Mallory del convento de San Tejerín. Las monjas lo criarían en perfecta secresía, confinado a las tareas de jardinería y limpieza.

Pero el herbor de la sangre de Samuel Stevenson lo avivaba la traición, el engaño, la infidelidad de Rosie Ramírez, de quien jamás se había planteado dudar siquiera. Adicta a su labor de costurera, abnegada esposa, ejemplo de las mujeres de amigos y enemigos, había osado pintarle una cornamenta antológica, y para acabarla de joder, con un chino.

Para conocer el desenlace, no queda otra mas que salir a la calle y comprar el libro.

Herencia Indigesta

Photo. AdM

Era tan hija de puta que decían que cuando muriera iban a hacer agujeros en su ataúd para que los gusanos pudieran salir a vomitar. Tardó muchos años, pero al fin murió. Su testamento convocaba a quienes alguna vez dijeron ser sus familiares y amigos, que más curiosos que puntuales, llegaron a un salón donde con sorpresa descubrieron uno a uno, sus platillos y vinos favoritos. - Esta es su herencia- leyó el notario, y les advirtió que no podría quedar migaja antes del amanecer, o de lo contrario tendrían que dividir los gastos del banquete entre todos los asistentes. Los más recatados tardaron un par de horas en perder toda compostura. Cadáveres de langostinos nadaban entre las riadas de champaña que escurrían por las faldas de las señoras más respetables, que entre carcajadas y eructos elogiaban los manjares, preparados según decían, con la sazón de una madre. El aire se hacía espeso y la comida no parecía acabarse. Apenas pasada la media noche, el hastío y el flato generalizados hicieron que un sobrino lejano, ayudado con una silla, rompiera un ventanal por el que los gusanos fueron saliendo, uno a uno, a vomitar sus restos.

Caldera Views (Santorini)

Piedra sobre piedra junto a piedra y bajo piedra.
Aquí nunca pudo ni podrá haber vida sino una quemazón que se mete en la garganta de quienes pierden su tiempo para rajarse los pies, en donde el legendario popular jura que tuvo origen la vida.

El aire no es caliente: arde, y abajo, el mar que parece un vertedero de sudores
que la piedra roja se traga sin tiempo para que gotee.

La decepción se revuelve entre la peste azufrosa que emana del suelo y que juguetea con los ásperos tobillos de los que inocentemente se atrevieron.

Cada paso aviva el sonido muerto de la roca
Y se burla del que ha llegado hasta arriba, recordándole que ahí tampoco hay nada,
y que por el contrario, si quisiera dar con algo, debería escarbar hasta llegar al corazón
de un volcán decrépito.


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Date un espejo

La mujer desaparecía cada vez que él pronunciaba la palabra espejo. Se divertía mucho. Me voy a tomar unas espejo con mis amigos. No me esperes a cenar, tengo una junta espejo con mi secretaria. Hoy no estoy de humor, ¿Qué tal si te das un espejo?. Un día, cuando regresaba a casa, la encontró en la calle, rodeada de gente como si se tratara de alguien importante. Se acercó a ella al tiempo que un joven la abrazaba.
- ¿Quién es toda esta gente?
- ¿No lo sabes querido? Son los que están detrás del espejo - Y desapareció.

Accésit del I Concurso de Relato Hiperbreve
Del Círculo Cultural Faroni y el Ateneo Obrero de Gijón
Gijón, Asturias, 2002


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