Tras el legendario abandono de
enfant terrible después de tocar media hora en
Clamores, me temía una nueva espantada de
Chan Marshall, sobre todo por que después de media hora de concierto, el asunto no terminaba por encender. Parecía más bien que la cantante podría desintegrarse en cualquier momento.
Un guiño y la banda se arrancó sin descanso entre tema y tema.
Cat Power llevó un crescendo que le hizo hasta olvidar el reflector que finalmente se atrevieron a poner sobre su cara. Antes de esto, sólo había habido penumbra, y la única luz sobre el escenario, era el mechero de la propia cantante.
La debilidad de su voz es comprensible a partir del medio paquete que se fuma por concierto.
Cat Power tiene ese punto corrosivo que
Tom Waits nunca le pudo contagiar a
Ricky Lee Jones (o que tal vez ella nunca quiso), aunque le falta la potencia para cantar acompañada de una banda, por básica que esta sea, y por baja que sea la intensidad con la que el grupo toque.
Cat Power está a medio camino entre
PJ Harvey y
Marlango, tal vez las supere por sus canciones pero pierde de calle en interpretación frente a Polly Jean y
Leonor Watling. Aunque hay que decir que entre los asistentes al concierto de ayer en el Joy, estaba
Pedro Almodóvar. No será que haya ido en plan casting.
Foto:
tnarik