Herencia Indigesta
Photo. AdM
Era tan hija de puta que decían que cuando muriera iban a hacer agujeros en su ataúd para que los gusanos pudieran salir a vomitar. Tardó muchos años, pero al fin murió. Su testamento convocaba a quienes alguna vez dijeron ser sus familiares y amigos, que más curiosos que puntuales, llegaron a un salón donde con sorpresa descubrieron uno a uno, sus platillos y vinos favoritos. - Esta es su herencia- leyó el notario, y les advirtió que no podría quedar migaja antes del amanecer, o de lo contrario tendrían que dividir los gastos del banquete entre todos los asistentes. Los más recatados tardaron un par de horas en perder toda compostura. Cadáveres de langostinos nadaban entre las riadas de champaña que escurrían por las faldas de las señoras más respetables, que entre carcajadas y eructos elogiaban los manjares, preparados según decían, con la sazón de una madre. El aire se hacía espeso y la comida no parecía acabarse. Apenas pasada la media noche, el hastío y el flato generalizados hicieron que un sobrino lejano, ayudado con una silla, rompiera un ventanal por el que los gusanos fueron saliendo, uno a uno, a vomitar sus restos.
3 comments:
Excelente historia... conozco a un par de personas así...
Jeeeiii!! acabo de descubrir tu blog.
y el chiste de la monja? estaría bien una foto.
¡Auch... será por eso que yo necesito que se me creme...!
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